Este se nutre de los ríos Iculpe, Futangue, Riñinahue, Nilahue, Calcurrupe, Melipue y Guinahue. Cuando desemboca,da forma al río Bueno, el que después de 132 kilómetros de recorrido, llega al mar.
Este lago, donde las olas ayudan a mantener el alma abierta a las dormidas playas cordilleranas, tiene un muelle que existe desde hace un centenar de años, en el cual se encuentran pequeños vapores que han sido abandonados, y descansan melancólicos, soñando con algún día poder regresar al océano.
Justo en la mitad del lago se encuentra la isla Huapi, que es una reserva mapuche, con la que se fortalece la influencia indígena en la zona. Además, está la isla Colcuma, propiedad de una familia del lugar, en la cual es posible encontrar, cobijados entre los bosques de ulmos, tepas, coigües, raulíes, boldos y laureles, a millares de ciervos, faisanes, y toda variedad de aves, muchas de ellas en extinción en otros lugares del país.
De día, las aguas de este lago se pintan de un azul tan intenso que resulta difícil diferenciarlas del profundo cielo que al atardecer se tiñe de violeta y rojo para recibir a la mística noche ranquina. En la oscuridad sobran luminosas estrellas, antiguas historias al calor de una fogata playera, y mágicas leyendas bien guitarreadas de las que ya hablaremos.
La orilla del lago está rodeada de bosques nativos, donde los inmensos robles y los coigües juegan a entrelazar sus raíces entre las fuertes olas, creando un escenario de cuento difícil de imaginar, y más aún de olvidar.
